Teoría de la argumentación IV
Argumentación por el sacrificio
Uno de los argumentos de comparación utilizados con más frecuencias es el que se vale del sacrificio que se está dispuesto a sufrir para obtener cierto resultado.
Para poder tener en cuenta este esfuerzo, es preciso que pueda ser descrito o conocido de una forma que, al menos provisionalmente, parezca suficiente.
En la argumentación por el sacrificio, éste debe calcular el valor atribuido al motivo por el cual se consiente el sacrificio.
Si, en el argumento del sacrificio, lo examinado es el hecho del individuo que consiente el sacrificio, la significación de este último a los ojos de los demás, depende de la estima hacia quien efectuó el examen.
El examen que lleva al sacrificio, hecho con toda sinceridad, es, además, un elemento susceptible de aumentar este prestigio. No obstante, si se conoce el objeto del sacrificio y su valor es escaso, el prestigio de aquellos que se han sacrificado disminuirá, por una especie de choque de rechazo.
Destaquemos, sin embargo, que, para que el valor del Uno se demuestre por la grandeza del sacrificio, es preciso que el ascetismo resultante descanse en una apreciación positiva previa a los bienes de este mundo, sin lo cual la renuncia no sería convincente. Siempre se le puede hacer una grave objeción al argumento por el sacrificio. El hecho de que la psicología contemporánea haga hincapié en la ambivalencia de los sentimientos permite formularla en términos extremos: Quien sacrifica su hijo al honor ¿no alimentaba hacia él un odio inconciente? El valor del honor no se vería entonces realzado en nada por esta inmolación. La medida por el sacrificio supone constantes e, insertados en un campo cuasi formal, elementos que, de hecho, están sujetos a variaciones. La prueba está en que la concepción que tenemos de un mismo sacrificio puede en la práctica, ser muy diferente según las conclusiones que queramos sacar.
El valor del fin perseguido con el sacrificio se transforma igualmente, durante la acción, en virtud de los propios sacrificios consentidos.
El argumento del sacrificio, utilizado de forma hipotética, puede servir para evidenciar el valor que concedemos a algo; pero va acompañado, muy a menudo, por la afirmación de que semejante sacrificio, el cual estaríamos dispuestos a asumir, es, o superfluo, porque la situación no lo exige, o ineficaz, porque no permitiría llegar al objetivo previsto.
El sacrificio inútil – que no es pura hipótesis, sino trágica realidad - puede conducir a la desconsideración de aquellos que lo han realizado
La replica informa sobre la importancia de un acto.
Por la intensidad del pesar se aprecia el valor de una cosa perdida. El argumento cuasi lógico del sacrificio puede aplicarse también a todo el campo de las relaciones de medio a fin, siendo el medio un sacrificio, un esfuerzo, un gasto, un sufrimiento. Sobresale sobre todo el aspecto cuasi lógico cuando, para valorizar tal cosa, transformamos otra en medio apto para producirla y medirla.
Ej: creo que alguno de los dioses, admirado por el valor de éstos, suscitó la guerra para que hombres de tal naturaleza no pasaran inadvertidos y acabaran su vida sin gloria.
Es muy evidente también cuando la importancia de lo que esta en juego se mide por el despliegue de las fuerzas solicitadas.
Ej: Sin duda, estamos cansados de rogar a dios; decidimos dirigirnos a os santos y aquí están todos requeridos con el fin de que intervengan para que la izquierda no vote esta maldita ley.
El viejísimo argumento, eternamente repetido, de la dificultad de expresión, es , asimismo, una medida cuasi lógica.
Ej: tan difícil resulta ensalzar a quienes sobrepasan en valor a los demás como a quienes nada bueno han hecho; estos últimos carecen, en efecto, de hazaña para aquéllos, empero, no hay palabras convenientes.
Todos estos argumentos sólo actúan si el valor evaluado no está sujeto a otra pesada, más conveniente. Si no, el argumento por el sacrificio puede volverse cómico.
La medida por el sacrificio está vinculada a menudo a la idea de un limite móvil entre los elementos. Cuando éstos forman una totalidad fija, el argumento del sacrificio se acerca a veces al argumento por división. Así es cuando dos caracteres son tales que , para llegar a un resultado dado, la cantidad de uno varia en sentido inverso a la del otro. El sacrificio mide entonces la importancia atribuida al complementario.
La complementariedad se presenta a veces como compensación, lo cual supone también una totalidad constante a la cual se alude. Pero la idea de compensación es más compleja que la de complementariedad y supone, ante todo, una serie de evaluaciones reciprocas.
La argumentación por el sacrificio, y aquellas que se le unen, aproxima los términos confrontados y establece una interacción entre ellos.
Probabilidades:
Hay un grupo de argumentaciones que se refieren a la noción de variabilidad y a las ventajas que éstas presentan, es decir, relaciona el todo y las partes argumentando o útil de esto.
Las argumentaciones que contemplan la probabilidad evalúan, confrontan el riesgo de ganancia y de pérdida combinadas con la magnitud de lo que está en juego y cuantifica todos los elementos en causa.
Actualmente muchos escritores que siguen la tradición utilitaria, recurren a los razonamientos de probabilidad para explicar la unidad de nuestra conducta; los teóricos de las funciones de decisión, por su parte, tratan de formular los problemas de elección de manera que puedan someterlos a este cálculo.
De un problema particular se dan criterios específicos de elección y se considera un riesgo aceptable.
Sin embargo, hay algunas objeciones a la aplicación del cálculo de las probabilidades, ya que en algunos casos, pesan más los buenos argumentos que la equidad cuantitativa; un ejemplo que se utiliza en la lectura, es el de la lucha de dos personas por cierta cantidad de dinero y será repartida con arreglo a las probabilidades de sus derechos; este razonamiento se basa en probabilidades equitativas; sin embargo olvidan que la suma se concederá al que cuyas argumentaciones parezcan las mejor fundamentadas.
En conclusión, el autor afirma que el razonamiento de las probabilidades es sólo un instrumento que evalúa la magnitud de un bien, la probabilidad de conseguirlo, amplitud de la información en la cual se basa esta probabilidad y el grado de certeza con el que sabemos que algo es un bien; los resultados de esta evaluación generalmente son razonamientos cuasi lógicos y que requiere de acuerdos previos a menos de que se basen en delimitaciones científicas
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